En casa ya no se comen las uvas de la suerte desde hace más de dos años. La pandemia ha transformado las costumbres. Cada unidad familiar en su casa y Dios en la de todos –eso decía mi abuela.
Algunos se acuestan mucho antes de que den las campanadas. Otros se quedan haciendo zapping entre los muchos canales o plataformas a los que están inscritos, esperando la hora señalada para olvidarse de los cuartos -como cada año- y atragantarse con las uvas, abrir una botella de cava para brindar y felicitarse alegremente por haber cambiado de año. En este noche tan especial, se acostumbra a realizar promesas, que de antemano se sabe que no se van a cumplir. pero que nos hacen sentir mejor: dejar de fumar, apuntarse al gimnasio, aprender inglés, perder peso, acabar de leer los libros que se tienen empezados…
Y finalmente las fiestas navideñas han finalizado, por este año. Volvemos a la rutina diaria. El pico sigue subiendo. Se recomienda llevar la FPR2 incluso por la calle. Al parecer la nueva variante es mucho más agresiva y contagiosa, pero menos maléfica, si te has vacunado. Ahora que el 70% de la población ya estamos inoculados, algunos con la trifásica incluida, la sensación, es que aunque lo pillemos, lo pasaremos como un simple resfriado, con un poco de fiebre y malestar general para unos cuantos días.
Estamos pendientes del “pico” de infectados diarios. Si es muy alto nos auto recluimos en nuestra casa. Previamente hemos pasado a cargar suministros en el súper por si acaso. Procuramos salir a pasear por avenidas anchas y sin mucha gente. Nos desplazamos básicamente por los alrededores de nuestro hábitat, procurando no tener que hacer desplazamientos largos, donde se tenga que utilizar el transporte público, si no es por causa mayor.
¿Pero, ha cambiado algo realmente, o seguimos sumergidos en el día de la marmota desde hace más de dos años?
Rosa C.L.
Enero 2022