La Parca
Hoy me he llevado por delante a dos ancianas… bueno, como diría la buena gente, las he ayudado a dar el transito.
.Emigre junto a mis padres y hermanos a una edad muy temprana al nuevo mundo. La guerra y el hambre nos expulsaron de nuestra tierra. Una tierra de meigas y supersticiones, donde a la señora de la guadaña se le tiene autentico pavor. Y en la tierra que nos acogió, me crie rodeada de amuletos, fetiches, gallinas degolladas, puros humeantes y mujeres de blanco.
A los once años cogí una extraña enfermedad que ningún médico reconocido o no reconocido pudo sanar. Dijeron que se trataba de una infección producida por un virus desconocido. A los pocos meses caí en coma y dijeron que no iba a sobrevivir. Lo que ellos no sabían, era que yo sí que quería seguir viviendo… y lo conseguí. Dijeron que era un milagro. Falso. Hice un pacto con la señora de la guadaña y resucite de entre los muertos.
Deje a mis padres y hermanos enterrados en aquellas cálidas tierras y yo regrese a la casa de mis abuelos. Como no tenía ni oficio ni beneficio, me dedique a alquilar mis servicios para cuidar personas mayores o niños. Estos últimos me gustaban menos, por el alboroto que armaban, las peleas o berrinches sin ton ni son que cogían y por ello me centre en mis queridos abuelitos. El inconveniente de este oficio, es que, me duraban poco. Ya sea porque eran muy mayores, ya sea porque cogían algún resfriado que se les complicaba y se los llevaba por delante, el caso es que poco a poco, me fui quedando sin clientes y tuve que emigrar de nuevo. LLegiu-ne més »