Música y la literatura siempre mirándose de frente, en un ejercicio de seducción continuo. La música inspirando los poemas más bellos, imprimiendo a la ficción la dulzura romántica del amor, el carácter inequívoco de intriga, o el escalofrío del terror. Haciendo revivir instantes inolvidables, impulsandonos a bailar para olvidar penas…porque la vida es un carnaval y hay que vivir cantando. Porque no, para darle un nuevo empuje a este blog y hacerlo salir del letargo y la monotonía.
La literatura transformada por la magia de la musica en operas célebres, en musicales inolvidables. En canciones convertidas de pronto en las señas de identidad de un poeta, de un novelista o de un dramaturgo, incluso en el lema de una revolución.
Me he dejado seducir por ese ritmo del “son cubano”, que también sabe imprimir Elíades Ochoa a la composición de Aute y por la voz bien timbrada del cantante, adivino que templada con algún trago de ron. Cautivada por la percusión de las guitarras y el coro de fondo repitiéndome que “en el Caribe y en cualquier parte se escribe como se vive”. Una letra sublime que narra las aventuras de Ernest Hemingway en los casi 20 años que vivió en Cuba, en una casa llamada “Finca Vigía” donde escribió “El viejo y el mar” y “Por quien doblan las campanas”. Siempre al limite, a la deriva, porque Ernets vivía como escribía, y escribía cuanto podía.