Creo que desde que el mundo es mundo y la Concha es Concha, periódicamente y con bastante frecuencia, me entran unas ganas locas de poner orden a la infinidad de cajas y cajitas que tengo por doquier. Unas con telitas para mis hobbies, otras con materiales varios para poder realizarlos, otras con escritos significativos e importantes, recogidos a lo largo de mi ya larga historia vivida y así iríamos confeccionando una lista casi interminable.
Creo en realidad, que este impulso, se debe a mí entender, a la necesidad de poner orden en mis proyectos pendientes -metafóricamente hablando- y reorganizarlos de nuevo. Debo tenerlo todo bien controlado y es uno de mis últimos descubrimientos, aunque no me guste. Lo que resulta con demasiada frecuencia, un gran defecto más que una virtud.
Estando ayer “poniendo orden” llegó a mis manos una libreta, soy muy aficionada a tenerlas desperdigadas por todas partes. De todas formas y colores y donde voy anotando sin ninguna norma pre- establecida, cosas que me ocurren, que vivo y me preocupan en su momento y curiosamente me llamó la atención una. con fecha 31 de Mayo 2001 y con el siguiente titular: Hoy se independiza una de mis hijas, y no pude resistirme a leer lo que en su día escribí. Automáticamente me trasladé en el tiempo, dieciocho años atrás. Y empiezan a aparecer mis continuas contradicciones y dudas.
Se me notaba contenta pues mi hija se hacía grande, crecía, empezaba a volar. Pero descontenta pues me dejaba sola. Reflejaba dudas por si podría pagar el alquiler compartido con otras compañeras, si comería bien, si sabría cocinar, si tendría tiempo de seguir estudiando, si pasaría frio y muchas más dudas -la mayoría bastante absurdas-del mismo estilo y por otra parte lógicas creo, desde la visión de una madre. Aun hoy sigo con demasiada frecuencia preocupándome, es decir, ocupándome antes de tiempo de los problemas -muchas veces imaginarios- de mis hijos.
El que trabajó de noche, por si podrá descansar algún momento durante el día, como si fuera un abuelito como sus padres, y no una persona joven que puede de sobras con una mala noche.
Si los habitantes del Clot, seguirán leyendo y consecuentemente comprando libros en la librería de mi hija, se podrán cumplir los compromisos adquiridos. (dudando de su capacidad de reinventarse si así fuera necesario llegado el momento).
Y ya no digamos nada del benjamín de la familia, aunque hace muchos años ya, que le salió barba y de pequeño tiene poco. Recomendaciones de todo tipo, inclusive, las relacionadas con su trabajo: ponte guantes, protégete siempre la vista y ahora la mejor de todas…, no cuentes con los Bancos nunca, que son muy malos. Y esto lo dice una persona que por circunstancias de la vida estuvo hipotecada hasta hace tres años. Menudo ejemplo de coherencia.
Creo que todas estas dudas y miedos, lo que esconden realmente son excusas. En el fondo nos negamos a aceptar que los hijos se nos hacen grandes y nosotros de rebote también. Que quieren volar. Que tienen sus vidas. Sus familias. No son nuestros -Kahil Gibran, ya lo dijo mucho antes que yo- y logicamente los padres pasamos a un segundo plano. Su verdadera vida y familia, es la que ellos están construyendo. Idea que respeto y estoy absolutamente de acuerdo. La mayoría lo hicimos ya con anterioridad.
Voy a ver si en la ordenación de cajitas, encuentro una que tengo llena de “confianza”, que buena me hace falta y guardo definitivamente todos estas dudas y miedos.
Laloco
Muy bueno el escrito, y seguro que encuentras la “cajita” de la confianza. Este detalle siempre ayuda a ser más feliz.
Es bo obrir les caixetes i observar tot el que hi ha en el seu interior. Poc o molt tot és i ha estat important, peró més important és fer net, treure la pols i anar-les buidant de tot alló que no ens deixa avançar.
Aquest és el meu “no fàcil” propósit, però intento seguir-ho.
Una abraçada.