Esperaba nerviosamente el día de mi cumpleaños, ya que estaba convencida que mis padres, hartos de mis peticiones, me comprarían lo que tan ansiosamente les había pedido.
Llegado el momento, tenía ante mí, una caja de cartón fuerte, con unos orificios, y un gran lazo rojo, de adorno, y de él, colgaba una etiqueta con una frase . No tuve dudas, por fin tendría una mascota, una perrita con la que podría jugar, y ya estaba advertida, que no sólo serían juegos, yo debería ser responsable y cuidarle como era debido. Acepté encantada todas las advertencias, y consejos que me dieron. Sabía que, aunque pudiera jugar con ella, no era un juguete, era un ser vivo y con sentimientos. Era muy consciente de ello.
Cuando deshice el lazo y abrí la caja, me encontré con unos enormes ojos negros que me miraban bondadosos, y su pequeño rabo se movía acompasadamente, chocando con el duro cartón, parecía el redoble de un tambor.
Era una perrita preciosa, de pelo blanco y ensortijado, la acaricié mientras pronunciaba su nombre “Asbolita”, lo más dulcemente que pude, ella aumentó el movimiento de su colita, mientras me lamía las manos y la cara.
Con ella en brazos me sentí enormemente feliz. Corrimos las dos por el pasillo, mientras la llamaba por su nombre, la cachorrita ladeaba la cabeza y enderezaba las orejas.
El juego duró un rato en el que participó toda la familia. Fue muy divertido.
¡Ah¡ se me olvidaba acabó llamándose “Bolita”, por su gran parecido con una bola de blanco y esponjoso algodón.
Teresa Vidal
Octubre 2020
A mi tambè m’agrada més “Bolita”. Una narració sencilla i tendra, com diria Juan Manel Serrat.
Molt be Teresa. El teu relat a més de bonic és molt simpàtic. Hi ha molta tendresa en la manera com expliques que és i que significa per a tu l’inesperat regal. Estic d’acord, el nom de Bolita li escau més be.
Una abraçada
Teresa, em repeteixo però és que ho trobo tan tendre, m’has fet agafar ganes de comprar-me un gosset que m’inspiri igual que el Bolita.
Que dolç !!!