En el club de las primeras esposas, pase mis últimas tardes con Teresa. Una sonata de primavera sonaba en el jardín la primera vez que la vi. Ella me dio a morder la manzana, que acababa de morder la tia Tula y me enamore perdidamente de ella.

Yo era el típico caballero de la armadura oxidada , vanidoso y engreído que espera que las mujeres caigan rendidas a sus pies. Venia de haberme batido en duelo en el paraíso, nombre que damos los duelistas al bosque que se halla junto el rio. El pobre infeliz, era el típico jovenzuelo retador, pero para mi era solo un Cándido. Lo que no sabía era que, más tarde ese gallan se convertiría en rey y que el mismo escribiría sus crónicas del rey pasmado, donde acabaría relatando el duelo que habíamos mantenido y que tan desafortunado fue para su amor propio.

Pero Teresa dejo claro desde el primer momento  que ella era la mujer rota y que por mucho que se pasara los días mirando por la ventana de su habitación a través de los visillos, nunca dejaría de formar parte del grupo de mujeres que corren con los lobos. Este era su mundo y estaba dispuesta a cambiar príncipe por lobo feroz, si fuera necesario.

Yo acepte sus condiciones, no quería volver a pasar cien años de soledad. Mientras navegue por todos los mares del sur fui un hombre feliz. Me apodaron el navegante y cuando llegue a la isla de las tres sirenas, tuve la dicha de conocer a la joven de la perla, una nativa que ejerció su embrujo convirtiéndome en su esclavo. Mi felicidad se trunco, cuando el maestro del Prado solicito mis servicios para que buscara a su hija. En la habitación de la doncella se había descubierto el cuento de la criada, donde relataba con todo detalle el rapto que iba a ejecutar junto con el maléfico conde Dracula.

Tuve que decir adiós a mi concubina y partir de viaje a la Alcarria. Cuando llegue, el loro de Flaubert confeso donde tenían retenida a la joven. Desciframos el misterio de la cripta embrujada y devolvimos a la joven a un mundo feliz.

Así fue como Teresa y yo nos embarcamos en los viajes de Gulliver, un buen amigo de la familia, que nos recomendó volver a la naturaleza. Y allí seguimos felices corriendo con los lobos.

Rosa C.L.

Gener 2022