En el 2003 una joven pareja Lindamir y Alex de nacionalidad Uruguaya, deciden venir a Barcelona. De momento ya tenían un lugar donde vivir, a casa del padre de Alex. A los dos meses de estar en Barcelona Alex encontró trabajo de pintor de pisos, poco despues Lindamir también encontró trabajo en una residencia de ancianos. Al poco tiempo, encontraron un pisito y se fueron a vivir solos, eso fue muy grato para ellos, empezaban una nueva vida que les hizo muy felices, el estar independientes significó un gran cambio en sus vidas, visto que en su país era tan diferente todo como de la noche al día. Pero no tardaron mucho en cambiarse de nuevo, en la misma escalera se vació otro piso que además tenía una terraza, eso les gustó mucho y se trasladaron de nuevo. Lindamir y Alex se integraron perfectamente en todos los sentidos y a nuestras costumbres. En absoluto se han sentido indiscriminados en nuestro país, todo lo contrario. Al cabo de dos años fueron a buscar la criatura que con tanto anelo deseaban, considerando por su parte que su estatus era suficientemente fuerte como para mantener una familia, es decir, que esperaron a estar seguros de poder tener un hijo al que no le pudiera faltar de nada; un pensamiento inteligente, con futuro de bienestar muy admirable. Hoy por hoy, no tienen pensamiento de volver a su país, ya que actualmente aquí gozan de todo lo necesario para vivir olgadamente, y al mismo tiempo su hijo disfruta de todo lo necesario para su educación y todo lo que comporta una vida digna, consideran que su bienestar esta consolidado, aunque en los tiempos que corren – dijo Lindamir, nunca se sabe. El plantearse volver a su país es remotamente inpensable, pero no imposible.
Entrevistadora
Neus Navarro.
Esa es la realidad de la mayoría de los emigrantes, buena gente que decide buscar la vida lejos de su país en busca de una oportunidad para poder vivir dignamente.
Entiendo que es así, aunque no para todos los que llegan a nuestro país, consiguen su propósito.