mar 17

mujer¿Qué es ser mujer hoy? Posiblemente, todas las mujeres en algún momento de nuestra vida nos hemos hecho alguna pregunta de esta índole y no porque de forma clara y concisa no sepamos qué es ser mujer, o ser hombre; como seres humanos, todos buscamos con nuestras decisiones acertadas o no, ser felices, pero hoy, con motivo de la celebración del Día de la mujer, pienso exclusivamente en femenino.

La sociedad en la que todos los seres humanos estamos de una forma u otra inmersos, envía mensajes subliminales en unas ocasiones, y clara y descaradamente directos en otras, y sin casi percibirlo envuelven nuestra mente con una niebla sutil que tal como avanzamos por los senderos de nuestras vidas, perdemos la orientación sencillamente porque no vemos claro y, poco a poco, confiamos en las señales que, reflectantes y desde un lugar seguro nos indican cómo ser, vestir, actuar y por dónde hemos de ir.

Cómo distinguir entre una señal positiva y clara, que al aceptarla me genere seguridad y confianza y, pese a vivir en un mundo globalizado, con enfermedades, egoísmo, fraudes y enfrentamientos políticos tan graves que se “resuelven” con resultados desgarradores, yo viva feliz, segura y con mi corazón rebosante de sensación placentera y sintiendo que he elegido el camino adecuado, es el motivo de este escrito. Para ello necesito desenredar el ovillo de mis pensamientos y compartir abiertamente con otras mujeres esos pensamientos que solo hablamos con amigas en tertulia íntima. Es como viajar a mi interior, hablarme y responderme como si nadie fuese a enterarse nunca de lo que realmente opino.

Me viene a la memoria una anécdota vivida recientemente y que ha removido un poquito los cimientos casi adormecidos de la mujer a veces reivindicativa que llevo dentro. Salimos mi amiga y yo a tomar un café y de paso, dejar un usb con fotos para revelar en treinta minutos que se nos pasarían rapidísimo charlando. La empresa ha cerrado y en el mismo centro comercial hay otra casa, pero con ordenadores en un mostrador de cara al público y… sírvase usted misma, cosa que no me gusta hacer. Una dependienta me da explicaciones añadiendo que si no se hacerlo me ayudará. Leo las instrucciones, las sigo y no funciona. Lo vuelvo a intentar y tampoco, hago señas a la dependienta y espero. Pero no me da tiempo a esperar mucho. Hay un hombre justo en el ordenador de mi derecha pendiente de lo que hago y rápidamente saca el usb, me dice lo que tengo que hacer, le respondo que ya lo sé pero no funciona y mirándome a los ojos y sonriendo suelta: el secreto está en meterla bien.

Me quedo sin palabras, cruzo rápidamente una mirada con mi amiga que a mi izquierda, atónita ha escuchado la genial frase. El hombre comprueba que ni aún metiéndola bien, aquello no funciona…”no se que pasa”, dice ya en otro tono con el usb en la mano. Sin mirarlo se lo quito y entre tanto ha llegado la dependienta, repite la operación y sencillamente nos dice “lo siento el ordenador no acepta ese programa, tendría que cambiarlo”. Mi amiga y yo subimos todavía algo perplejas hacia la cafetería donde con calma repasamos al susodicho en cuestión hasta que… ¡¡Eureka!! Esa es la clave, el ordenador de algunas mujeres no acepta los programas de algunos hombres.

Aquí por fin ya reímos a gusto, e incluso nos dio tiempo a filosofar, que es muy relajante y ha dado pié a este escrito. Mujeres u hombres que escucháis o leéis esta pequeña anécdota; esta es mi conclusión. Ser mujer hoy es todavía una heroicidad. Si nos centramos en una generación madurita, aclaro: hay de todo, más lanzadas y desinhibidas según han ido cumpliendo años y otras que hablar sin tapujos de sexo, o decirle a su marido “me gusta esta caricia” le resulta tan vergonzoso como tomar la iniciativa en un momento de pasión. Todavía sueñan con encontrar ese hombre educado, sensible, alegre, sincero, (yo también he pensado siempre que éstas eran unas cualidades en el hombre, que lo hacían superior) y para quien la mujer no es sólo un objeto de deseo, o al menos no siempre, cada cosa en su momento oportuno.

Las mujeres jóvenes es otra historia y no quiero ni entrar en ella, por respeto y por desconocimiento. Bastante es que vivamos cada quién nuestro momento. Nada tiene que ver con la evolución que en este terreno hemos vivido nosotras. Si no tienes pareja y te descocas un poquito estás en boca de algunos; si la tienes pero resulta que desde un remoto principio el programa no funciona en tu ordenador y te aferras a tus creencias religiosas para llenar el vacío que en algún momento puedes sentir, es un engaño que no te ayuda en absoluto; si tienes la suerte de que tus hijas/os trabajan y como te ven mayor creen que la mejor ocupación que llena tu vida, o la vuestra si estás felizmente casada, es cuidar de tus adorables nietos a pleno rendimiento; o si en la libertad de que gozas porque tu familia respeta, quiere y apoya la idea de que tienes derecho a vivir la vida en toda la amplitud de la palabra y resulta que el que se acerca a ti, grosero y primario, solo piensa que el secreto está en meterla bien… apañadas vamos.

O sea, yo pienso como ideal, después de darle algunas vueltas al tema en cuestión que ser mujer “madurita” hoy, es sentir que el equilibrio para conjugar todas las oportunidades de lo que hoy vivimos como libertad y que la sociedad nos pone al alcance en cualquier ámbito que nos movamos, nos la dan los años cumplidos, la serenidad y la sabiduría acumulada. Ella nos facilita los cambios que podemos aportar a nuestro viejo programa de pareja para gozar todavía de cada segundo de libertad y redescubrir unas experiencias olvidadas o temidas. O la intuición de elegir libremente y sin miedos el usb con un programa adecuado a nuestra forma de ser, de respeto, de ternura, de comunicación, de búsqueda de programas nuevos que llenen nuestras vidas de felicidad en equilibrio constante entre ser abuelas, amigas, amantes o esposas, sin dejar de ser mujeres de hoy.

Ángeles Bosch

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2 Comentaris a “Ser mujer”

  1. pilar Zabala escrigué:

    Ángels, aquesta narració la trobo sencillament genial.

  2. Rosa escrigué:

    Magnifica exposició!!! Que be has sabut descriure l’anima de moltes dones que ja estem en una” edad madurita”. Com ens veïem nosaltres i com ens veuen els altres, aquest es el gran dilema.

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