Luces de Neón
Se recortaban en la barra del bar las siluetas de un par de chicas de piernas largas y sensuales en la sala apenas iluminada. Si no fuera por las luces de neón que se filtraban por los ventanales apenas cubiertos por un fino visillo, Marta no hubiera podido seguir los pasos de la mujer que la precedía. Acabó palpando las paredes para no tropezar con nada ni con nadie, siguiendo el sonido de los zapatos de tacón de su acompañante.
Llegaron al final del pasillo. La última puerta debía ser la suya. La mujer abrió con la tarjeta de plástico que llevaba colgada al cuello con un cordel fino. No encendió la luz.
Entra –le ordenó la mujer haciéndose a un lado.
- Gracias¡estoy muerta!.
- Tienes tiempo de tomar una ducha y dormir una hora, ¡No más! Luego empezarán a llegar los clientes.
- Celia… Hoy no puedo, de verdad. Necesito dormir varias horas seguidas…
- ¡Lo siento, Marta! Pero no. A las diez te quiero en la barra del bar, con las demás.