Creo que todos en algún momento de nuestra vida en la escuela o en el trabajo hemos puesto un apodo en algún profesor o compañero de trabajo. Recuerdo a un compañero de estudios que era muy alto, fuerte tenía una fuerza enorme, y a no ser porque éramos adultos nos hubiera dado un cierto temor y respeto, al contrario, nos caía bien y sacando nuestra parte de niños que todos llevamos dentro, decidimos ponerle un apodo. ¿Pero cuál? Era una empresa grande por lo que éramos bastantes trabajadores cada uno decía uno, elegimos diez y de los diez no nos poníamos de acuerdo por lo que decidimos ponerle DECÁPODOS (deca-apodos).
Clara Bruguera
8 d’abril 2021