¿Os habéis fijado en la cantidad de cuentos infantiles donde el protagonista es un zapato? Cenicienta, una pobre huerfanita, que siempre anda descalza, de pronto se ve calzando unos hermosos zapatos de cristal. Lástima que le duran tan poco tiempo. A las doce de la noche pierde uno en la escalinata del palacio y el otro desaparece a las doce de la noche, cuando acaba el hechizo de su hada madrina.
El gato con botas, és de los más exóticos. ¿Donde se h visto un gato, calzando botas altas de mosquetero? Perdonad, se me había olvidado que estamos hablando de cuentos infantiles, donde todo lo que te puedas imaginar, sucede.
Hablando de zapatos, no sé, si a las demás personas les debe suceder lo mismo que a mí. Cuando más cómoda vas, es porque tu pie ya está adaptado al zapato, o mejor dicho el zapato está adaptado a la forma de tu pie. Ya no te produce rozaduras, ni te aprieta el juanete. Y es justo cuando descubres que están pidiendo a gritos, una renovación del calzado, pues estos que ahora te resultan tan cómodos y se adaptan como un guante, les ha llegado su absolencia programada.
Para acabar, solo quiero dejar constancia, de la sorpresa que me causaba y me sigue causando, el hecho de ir por la calle y encontrarme con un solitario zapato. Solo, abandonado y sin su pareja y no puedo dejar de preguntarme ¿donde esta el zapato que falta? Si alguien ha perdido un zapato andando por la calle, ¿no se ha dado cuenta del hecho y ha seguido andando? De momento el misterio sigue sin resolverse.
Rosa C.L.
Gener 2021